me rodea una densa oscuridad.
A un mundo que se quiebra
parezco regresar.
Una incesante ira se posa sobre mí
Suena lúgubre una melodía
que parece no tener fin
y que esconde el último rastro de alegría.
La entrada al bosque quemado
es señalada por una mano negra.
La esperanza se ha esfumado.
Se pierde esta eterna guerra.
Perdido en un mundo perdido,
así divaga mi corazón.
Por las mágicas montañas llenas de frío
y de ecos del adiós.
Rugen los vientos en la noche
y la luna roja se alza sobre el horizonte.
No existe de amor derroche
ni alma que lo soporte.
Un frío abrazo envuelve mi ser.
Un helado beso acaricia mis mejillas.
Nunca termina el anochecer.
Termino fatigado y de rodillas.
El fulgor de las llamas sobre el valle.
Una carcajada distante estalla.
El despiadado ser sobre esta oscura calle.
Todo en un sueño real y canalla.
Se borra la memoria
y se desvanece la visión.
En este mundo la escoria
no es más que la reinante perversión.
Envuelto en las llamas del fuego sobre el mar.
Navegando, sin fin, a la deriva.
El barco sin duda va a fallar.
El barco sin duda no asegura la vida.
La sangre sobre los campos
y la sangre no alcanza el corazón.
Sin vida ya son tantos,
sin vida y alrededor de ecos de perdición.
Dulce voz de sirena que atrapa.
!Oh ven conmigo navegante del mundo!
Canción que poco a poco mata.
!Oh ven conmigo navegante sin rumbo!
La danza de los muertos,
balada oscura es.
Atrapa cruel los pensamientos nuestros.
En un oscuro desfallecer.
Dulce voz de sirena que atrapa.
Mentiras canta.
La piel cae capa por capa.
El deseo cruel atrapa.
Un baile más.
Una canción más.
En un cielo oscurecido sin paz.
Entre los ojos negros de fatalidad.
