cuando las olas de un agitado mar golpean las rocas
y remojan la arena con tristeza,
te he recordado.
Una sombra camina sobre la arena y el mar
que mojan y ensucian su vestido.
Negligente es su caminar y veo a través de ella su frío corazón.
Las nubes descienden y entristecen el atardecer.
La brisa sobre nuestros rostros sin cesar,
la brisa que trae malestar y un profundo dolor.
Penuria en esta costa vivo sin ella,
infierno que un día he de vivir si no la vuelvo a abrazar.
Una gota de agua salada nubla mi vista
y al caer hace eco en la inmensidad.
Susurro que en mi oído se repite incontable.
Voz que me llama con deseo.
Correré asustado a lo largo de tan larga costa,
mientras miro el día declinar
y a ella lentamente huir.
Agonía será saber que la tuve a mi lado
y la dejé ir.
Oh dolor serás tú! Mi pasión equivocada
No quiso ella más a mi lado quedarse y la culpa ahora me ahoga.
Sigue el ruido del mar y el oleaje mortal no disminuye.
Lentos pasos demarcan un final,
el gran vacío que crea tristeza
tan solo es el inicio de una gran e indeseable verdad.
No te vayas de mí,
destruye mi agonía,
ilumina mis ojos,
alienta mi corazón.
El fin del día se contempla en el horizonte.
La oscuridad desciende y me cubrirá
para que no pueda verte ya más.
Pesar que hace que mis ojos se cierren.
No han de abrirse de nuevo
en esta inmensidad de desolación
en esta inmensidad de desolación